Del rectángulo al triángulo
Adaptaciones de la arquitectura moderna en Temuco
La arquitectura moderna es una expresión construida de un fenómeno cultural conocido como modernidad. Este fenómeno, que marcó en Europa un período de grandes avances e innovaciones en ámbitos tan dispares como el arte y la economía, llega a Chile en la segunda mitad del s. XIX, de la mano del ferrocarril, proezas ingenieriles como el Viaducto del Malleco, la potente explotación industrial de las salitreras en el Norte y con un enfoque de parte del Estado que apuntaba a transformar el país desde una mirada basada en la eficiencia y el progreso.
Vemos entonces como en la primera mitad del s XX, tanto en Santiago como en el sur de Chile se erigen grandes edificios, de expresión formal tan austera como rotunda, en comparación a las tradicionales arquitecturas de madera ya existentes, en donde lo nuevo constituye el principal atributo de una sociedad moderna, por lo que mayor era el contraste entre el mundo indígena-tradicional-rural, respecto de esta pseudo identidad global-moderna-urbana.
Es precisamente en la Araucanía, en donde se da esta transformación de forma aún más brusca que en otras regiones del país. Ejemplos como la Caja de Crédito Popular y los Liceos, son expresiones grandilocuentes de una potente visión de Estado que veía en la gran escala, el tamaño desmesurado, un signo tan tangible como proporcional a la potencia de la modernidad.
Una arquitectura que se negaba a los ornamentos y cubiertas inclinadas, pero que, en zonas lluviosas como el sur de Chile, mostró su debilidad. Una arquitectura pesada que emulaba al hormigón, en Liceos y escuelas que al acoger niños y jóvenes de ambientes mayormente rurales revelaban marcados contrastes.
Y entonces sucede lo interesante: esta arquitectura comienza a ceder, a admitir variaciones. El tamaño, los diseños, los usos, e incluso quienes encargaban los nuevos edificios eran ya distintos. No era ya solo el Estado, sino también entidades privadas. No era ya la incipiente región de marcada presencia rural, sino ya otra más consolidada, de una vida urbana que reconocía primero por fuerza y ya luego por entendimiento, condiciones de contexto, de lluvia, y fríos inviernos. Un Temuco que recupera la madera sin claudicar de la modernidad. Es el Temuco de los 70s, en el que la arquitectura queda a cargo de profesionales que se radican en el sur y se comprometen con su desarrollo no solo diseñando sus edificios, sino también habitándolos.
Entonces la arquitectura moderna es la expresión construida de una historia de contrastes, entre intenciones de progreso vs. identidades tradicionales, pugna de la cual estamos en deuda de revelar sus resultados en arquitectura. Una arquitectura moderna que si bien llegó tan impuesta como un ferrocarril, acaba cediendo a la lluvia y a la madera propias de nuestro sur.
Esta arquitectura moderna que se hizo dialogante con su entorno, primero casi mimetizada con sus grandes cubiertas, acabó finalmente invisibilizada y ahora peligra de desaparecer. Esa es nuestra tarea con este proyecto, visibilizarla, enseñar a valorarla y, de este modo, protegerla.