La balserita
Abandonada a su suerte, Tiara Miru observó el panorama brumoso y perdió la esperanza de que alguien pasara y la llevara a la escuela. Entonces, la niña, soñando despierta se dirigió al lugar donde mantenía amarrada su balsa; soltó las amarras, cogió el remo y, sin pensarlo abordó la pequeña plancha de espuma plástica y remó con decisión hasta el muro de neblina.