Antología teatral de Chiloé
Carlos González Saldivia crea personajes con la virtud de representar teatralmente los pequeños conflictos de una sociedad cerrada, con una intención invariablemente ética. Y ese deseo imposible, ese sentir lo cotidiano del oficio como rapsoda del Mesías, como una noble y esencial lucha política más allá de los partidismos, se siente aún vibrar como una herencia sagrada en los textos de esta antología.
González escribe para cambiar el mundo. Y cuando decimos mundo decimos mundo chilote. En ninguna otra parte podrían quizás vivir estos textos sino en la convivencia natural de seres vivos, mitos y fantasmas. Allí, en el bordemar tienen asiento el detalle cotidiano y el personaje mágico, la mezcla del duro lenguaje popular de la escena de los borrachos salidos del prostíbulo con la delicada poesía del blanco pañuelo hecho símbolo del futuro soñado. No conozco otra obra tan sólidamente ligada al mítico archipiélago.