Hubo fiestas
Salir a buscar la fiesta es salir a buscar ciertos olores, ciertos tipos de cicatrices. Las fiestas son el terreno de lo impredecible, ese lugar al que vas con la esperanza de que pase algo: un trago, un beso, un toque, una línea, una pelea. Entrar es un acto de fe, un salto al vacío, hacer fila para electrocutarse. Una fiesta encierra la posibilidad de mitificar al mundo, de crear nuevos códigos, inestables y volátiles, sí, pero válidos durante el periodo histórico en que la fiesta ocurre. Cuando todo termina, lo que se queda contigo es el sonido vacío de los envases de cerveza, el olor a vómito, el dolor de cabeza, la aplastante sensación de que el espectáculo debe continuar.